12 de mayo de 2006

Ésta soy yo...

Pasó el tiempo, han pasado semanas que, al cuajar, se convirtieron en meses. Meses enteros, redonditos y bien delimitados.
En este tiempo me re-conociste y ahora tal vez, des-conociste.
Me amaste también y me dejaste rodearte con estos brazos larguiruchos y blandos que tengo.
Aprendí lo que es querer a alguien contra el viento, la marea, el granizo y los rayos y centellas. O sea, a querer y estar ahí de verdad. ESTAR.
Pero a pocos días de cumplirse un nuevo "mesiversario" cierro los ojos y no estoy. Como los niños chicos que creen que al cerrar los ojos nadie los está viendo. Los abro y ya casi no veo de lo inundados de agua que están.
He vuelto a exhibir como si fuera una fantástica obra de arte, mi peor lado. Y me averguenzo.
El lado oscuro, manchado y frágil de una Elisa triste y moreteada. El pelo enrredado y los ojos hinchados de penas -en apariencia- inexistentes. Las venas hinchadas de la rabia. Contra

Y tú ahí. Cada vez más cerca... Siempre aquí. Con más o menos paciencia... y pareciera que se te olvida que todo es una ilusión. La pena es una imagen creada en el aire, un holograma del pasado... sólo una visión que se ahuyenta con uno de tus tibios abrazos de flaquito. Eso abrazos que me invitan a quedarme horas con la nariz sumergida en el huequito que tu hombro y tu cuello inventaron sólo para mí.

Te abrazo y también te brindo mi apoyo de palabras perfumadas, consejos y caricias algo torpes...
Te regalo un espacio, sólo tuyo: justo bajo mi cuello donde se forma una concavidad curva y suave donde te gusta apoyar tu cabeza cansada.
Has aguantado tanto, mi niño. Tantas vivencias, aprendizajes duros... ¿Y ahora a mí?... perdóname.
Siempre voy a cumplir las promesas que nos hicimos ese 17 a las 17. Cuando me tiré a la piscina sin mirar si tenía agua o no. Sin fijarme si se trataba de algo 'conveniente' o no. Apostando por el cariño inmenso que tenía pegado como una peste.
Ahora estoy llena de ronchas, esa peste me está consumiendo todos los días un poco más y me rasco con gusto. Felicidad y ternura que llena mi corazón.

Cuando el lado oscuro reaparece, tú estás para demostrarme que no toda la gente es mala ni que la vida es así de gris.

Me gustaría saber si, con ronchas y oscuridades, me quieres todavía.

Si, aun con lágrimas ácidas que dejan en las mejillas una huella negra, todavía esperas el beso en la nariz que amo darte.

Sólo eso.

¿Será posible?
Te Amo

Y recuerda que la pena es una ilusión óptica, sólo lo que hemos construido es real, Neo.

E.