15 de octubre de 2014

Nunca pensé que volvería a escribir acá (menos que recordaría la contraseña para entrar). Nunca se me pasó por la mente que conviviría, que sería dueña de casa. Que me separaría y me quedaría con las manos vacías. Menos, que volvería a pararme (work in progress) o que un buen -muy buen- día entraría nuevamente a la universidad, a estudiar otra carrera profesional con chiquillos hasta 11 años menores que yo. NUNCA. 

Y SIEMPRE... 

Siempre creí en cosas que hoy valen tan poco como todos esos nunca. Qué manera de ser trompe l'oeil, de haber sido seducida por un engaño, de caer en la trampa de esos absolutos que, a fin de cuentas, son lo menos absoluto que he vivido. Escondidos en la penumbra, se guardan, se mantienen en la sombra para seguir haciéndome creer que son una verdad pero sólo se camuflan para que no se devele tan burdamente lo que son. Sólo falacias, sólo juicios limitantes, verdades convenientes para el miedo y la autoindulgencia.

En estos años he podido aprender que nada es clasificable y que si alguna cosa debe ser extirpada del lenguaje que me construye son esos Nuncas y Siempres. Flaco favor le hacen a la pausa, a la calma de vivir paso a paso y sin ansiedad. Poco aportan en la lucha contra la propia Inquisición, que es brutal. 

Siempre fui mi peor enemiga. La más dura, la más castigadora, exageradamente cuerda y racional. Pero hoy, sin siquiera haber decidido cambiar, cambié. 
Ya no tiene sentido ese baile frenético de los absolutos autoimpuestos y las exigencias sin límite. Hoy, la mezcla es tan grande que no voy a desgastarme en desenredar la madeja, no voy a clasificar los logros ni los tropiezos. Hoy, como no recuerdo que haya sido antes, pienso disfrutar el viaje. Sin pensar en la llegada, porque quizás nunca llegue a algún puerto. Pero de lo que sí estoy segura es que el trayecto va a ser A TODA RAJA.

11 de abril de 2012

Estoy demasiado condicionada por la irregularidad. Por los polos, más bien. Tengo sustos que suben y bajan demasiado fuerte. Como una onda de sonido, como una ola loca en un temporal que cae y golpea contra las rocas. y se rompe y luego, cuando se junta, tiene otra forma sin forma.

En términos prácticos, hay días en que me muero de ganas de tener hijos y formar una familia. Otros, tengo la certeza absoluta de que si pasara algo así, me muero. No sería capaz.

Tengo penas con las que vivo todos los días, me levanto con ellas y siguen ahí. A veces ellas no me dejan vivir y menos levantarme. Se transforman en mí, me fagocitan y dejo de existir. Como un parásito se adueñan de mi cara, de mi otrora expresión alegre y vuelven mis ojos naturalmente caídos en dos nubes que se desmoronan y no dejan de llover. 

Me quedo a medias, parada por inercia en puras construcciones que a duras penas he montado. Puras definiciones y significados que pierden sentido y se caen.

A pesar de eso, mis momentos felices son hartos. Pero cada vez son más básicos, más sencillos y casi simplones. Compartir con mi perrita es uno de ellos. Irremplazable, único. Lleno de juegos, de langüetazos con diente, de gestos que sin hablar comunican todo lo necesario para entenderse.
Leer/creer que voy a terminar los libros que empiezo. Es como si compitiera con cada página. Es una lucha entre ellas y mi concentración volátil.

Soñar también me hace feliz pero me entrampa. Me piso la cola y vuelvo a una tristeza de origen. Son sueños imposibles que sólo podría realizar si el tiempo retrocediera.

22 de mayo de 2011


tengo pena. de esa pena incontinente y de lágrimas incontenibles.
esa puta vulnerabilidad, ese terror de decir te quiero, te necesito, te echo de menos. de no ser realmente la mujer emancipada que he trabajado años en ser. de golpearme contra los bordes invisibles de este miedo de mierda que me aleja de sentir bien. de sentir sano.

de no poder decir que estoy hasta las patas, que amo ese calorcito, ese olorcito, todos los desayunos, paseos, canciones... que hoy adoro. que admiro y que me hace falta cuando sobra la ausencia.

10 de abril de 2011

espacio para mí, dos


Me encanta entregar(te) mis fines de semana. Ir a tu casa donde "siempre estás invitada, puedes llegar cuando quieras".

Ni siquiera alcanzo a colapsar cuando estamos tanto rato juntos. Cada uno se sume en su propio tema: lectura, cocina, música y el aire libre, los bicharracos, animales y la observación de todo lo que se mueve afuera cuando nada se mueve adentro.

Pero ahora, sola en mi casa, estoy feliz. Saboreando el silencio sutilmente musicalizado con los ronquidos rítmicos y suaves de la Porota que descansa de sus correrías por la plaza. Los autos pasan y yo recuerdo el finde que ya prácticamente se fue. Las conversaciones, los abrazos y los gestos. Cada vez más ricos, más mirados, más...MÁS.

En fin, vuelvo acá.
Ya en casa, tenía miedo que el domingo que queda, fuera un extrañar sin límites. y no, está siendo una vuelta a mi momento, a mi casa, al silencio y a la vida interna.
Estoy en mi minidepto. Sin calefacción aún, sin grandes lujos ni espacios, pero es mi guarida, mi madriguera de luz anaranjada, sofá mantequilla y tulipanes morados. Fotos y un posible futuro.

Ten seguridad de que la noche al lado del fuego, escuchando música y viendo una peli ya vendrá.

Por ahora, con calma. Cada uno en su cuchitril.
Sabe bien esto que se parece al equilibrio.

4 de abril de 2011

tiempo para mí sola

Por más que lo intento y predico, no logro tener tiempo para mí sola.
Es un desafío que, si bien he trabajado mucho y sin duda he avanzado, aún no llego a mi objetivo: la independencia de tiempo, espacio y mente. Es decir, que cuando no tengo tiempo y espacio propios, mi mente no colapse y pueda crear un espacio propio de relajo, de tiempo, de pensamientos y reflexiones míos aunque esté invadida de un "otro". Como una especie de Cloud computing del mundo interior. Dondequiera que esté, poder conectarme y contactarme con esa sensación de propiedad de mí misma y que nada me invada.

Terminé con mi pololo porque, justamente, me tenía chata, plana, anulada y mi "mundo interior" valía callampa. Tenía que estar con el la mayor parte del tiempo y cuando no, tenía que pensar en él. Buscó siempre monopolizar mi vida. Que él y "nuestros" planes fueran todo lo que ocupara mi cabeza.
Hoy salgo con alguien. Alguien que tiene una vida que respeto y que, a su vez, respeta la mía. El viernes salí sola y él se quedó durmiendo. Podría ser visto con un latero, pero no. Además, ¿quién no llega raja 'cho mierda de cansancio al viernes en la noche? por el contrario, me encantó que no me pidiera quedarme con él y que no me pusiera problemas porque iría a dos fiestas sola. Amo que no sea tema que bailo salsa con un tipo que en su momento me partió el corazón.
Las cosas se hablaron una vez y quedaron claras. Pero me sigue siendo tan fácil propiciar la anulación. Por eso disfruté sobremanera que cuando le dije "no me voy a quedar contigo, voy a salir" y me miró y muy tranquilo me dijo sonriendo, "ok, no hay problema".

A la vuelta, se despertó y yo venía sin sueño así que conversamos y nos reímos a carcajadas de la noche que tuve. El tiempo para mí sola fue exquisito y doblemente rico cuando llegué a casa a compartirlo.

23 de marzo de 2011

Que sea lo que sea

Arrugas, patas-de-gallo, canas, olores, pelos, barba. Áspera. Frente, espalda, lunares pecas ombligo.
Cariño. Apego, afecto, abrazos. Conversas largas cortas, galletas con queso. Vino y superluna. Nariz.

Playa y desierto. Montaña. Glaciar. Caminar, volar.

Sencillez y compañía. Tibieza, humedad y ternura. Bruta, pura. A tientas.

Aunque se acabe mañana. Gracias.

La Flor de la Mañana

¿Le ha pasado? A mí sí.
Justo ahora.
E.-



Eran sólo dos extraños
concediéndose deseos
como dos enamorados,
que vaciaron sus manos
de desengaños y miedos
y de afecto las llenaron.

Calmaron con fresas su hambre
con vino su sed
y el frío con su calor,
y el sueño venció
la mañana volvió
y pensaron los dos.

Qué habrá tras tu mirada,
que tanto oculta y tanto da
vuelve a la cama a soñar,
que amor que mucho piensa
verás como comienza,
y entonces pronto acabará
la flor de la mañana hoy,
sembraste en mi ventana
fingiendo que fingías,
que me amabas.

Y prometieron locuras
y cumplieron las promesas
y se derramó ternura,
y confundieron sus cuerpos
en un solo abrazo largo
como dos enamorados.

22 de marzo de 2011

¿Y ahora quién?

Siempre que terminaba un pololeo pensaba, casi como la canción de Marc Anthony, ¿ahora quién...me querrá, cuidará, aguantará, acompañará...?

Bastante agua bajo el puente ha pasado ya como para no ser capaz de responder esa pregunta bien egoistoide que me hago. ¿Alguien tiene que venir a resolverme la vida? No.

Entonces, ¿ahora quién? Yo misma.

Claro, los hombres son prestados, las amigas son compañeras de ruta, hermanas en cada paso y decisión que tomamos. Pero es tan obvio, y aún así tan difícil de ver con lucidez, que nos dormimos y despertamos con nosotros mismos. Que, sin ánimo de mirarme el ombligo, la única que me va a sacar de la mierda en la que a ratos me revuelco, o de la pena que otras veces me ahoga, soy yo. Así como los logros, los avances y aprendizajes son míos.

Pienso en mi ex y recuerdo sus sueños conmigo. Comprarnos un dpto, vivir juntos, llegar a viejitos, tener sólo un par de hijos porque yo periodista y él publicista...uf, no sería fácil. Y no pude, no me atreví a seguir adelante con un sueño lindo, pero que no era el mío. y cuál es? Por ahora, no tengo idea. Y no me preocupa. Al menos no es algo que me mortifique todos los días, como antes pasaba.

Él debe pensar "¿y ahora quién?" pero dudo que se demore mucho en encontrar a alguien que calce en su ideal de mujer o alguna chica que quiera moldearse a su plan. Vaya que es cómodo que te pauteen la vida. Y apuesto a que más de alguna estaría feliz con un Director Técnico diciéndole todo lo que hay que hacer y para dónde chutear la pelota. Gol.

Entonces, no soy yo. No era yo. hey! nunca fui yo. Era su sueño, su ideal de la vida perfecta en el que yo calzaba perfecto y cumplía todos y cada uno de los requisitos escritos en su checklist mental. Tanto para su pega, su familia, sus amigos y sus planes.

¿Ahora quién? Cualquier chica como yo. Hay miles. Al menos como él pensaba que era. Y se equivocó.

E.-

18 de diciembre de 2010

Propiedad

A un año y medio de vivir sola acabo de colgar los primeros dos cuadros en la pared del living.
Fue emocionante ver que el muro blanco se transformó en "la pared de mi casa". De MI casa.

Me corrieron unas lágrimas. Agua limpiadora.
Buenas noches. No sé a quién, pero que duerma bien.

E.-

16 de diciembre de 2010

2011

Tal vez el objetivo del 2011 es aprender a amar.
Puede ser que sea lavar la loza justo después de comer y no dejar una torre pudriéndose.

O quizás sea aprender a combinar la ropa, comer menos y reir más.
No (des)calificar a algunas personas.

Comer a la hora. Ordenarme. Ordenar la casa.
Que la casa parezca casa y no un espacio donde alguien come, duerme y se despierta. Un lugar donde estar.

Que el 2011 me ayude a sanar, a entregar y a recibir.
Haré mi mejor esfuerzo.

12 de diciembre de 2010

Libertad I

Paseo a la Porota con correa. Podría soltarla pero me asusta que salga corriendo y nunca vuelva. Que la atropellen, pero más miedo me da que se vaya mientras yo grito desesperada su nombre.
Es una especie de fantasía que me ha perseguido desde siempre. Desde la Sweetie, la Nube y la Katty.

Mientras caminamos por la plaza de los perros, los dueños de los canis familiaris que andan sueltos me preguntan que por qué no la dejo "libre". de a poco sus preguntas comienzan a molestarme. Mal que mal la tenencia responsable incluye dentro de sus principios, andar con el animalito bien sujeto a una 'trahilla'. Que soy aprensiva, y una serie de consideraciones que me parecen casi como si un desconocido estuviera diciéndome cómo tengo que criar a mi hijo. Hasta que, nuevamente, un pelado me viene con el cuento de la libertad perruna mientras su bulldog inglès atigrado se manda LA plasta sobre el pasto. El efecto ají en el culo es inmediato.
Sí, llevo meses trabajando con la Josefina todo el tema del control, de no explotar...Y educadamente prefiero responderle "no creo que los perros tengan la noción de libertad muy elaborada". Y le aseguro que mi perrita es igualmente feliz con correa que su perro sin ella. Entremedio la Porota se pone a correr y jugar -ya la socialicé- y a enredar su cogote con la famosa correa. Y sí, estoy convencida, ella ES feliz. Felicidad perruna, claro. Come a sus horas, descansa, juega, tiene pelotas, peluches y huesos que muerde hasta quedarse dormida, toma agua fresca, tiene sol y sombra. Comparte con otros animalitos en la plaza, pasea tres veces al día y al llegar a casa, recibe un premio. Tiene una buena vida.

El problema, si es que hay alguno, no es ella. Somos nosotros. ¿Qué pasa por la cabeza de un adulto, profesional, que me habla de la libertad de un perro? No es que mire a huevo a los perritos, pero ¿qué sabemos realmente de eso? En miles de años con ellos, en vez de darnos cuenta de que son seres distintos, amarlos y respetarlos como tales, nos dedicamos a humanizarlos. A hacerlos vivir nuestras penas, nuestras frustraciones y experimentar nuestra propia condición humana.
Creo que son sorprendentes. Mágicos. Seres casi angelicales que sólo están a nuestro lado y nos acompañan, nos entregan alegrías cotidianas y nos divierten. Desde su propio ser y no desde el nuestro.

Menos en temas tan peliagudos como la Libertad.
Qué diablos es eso que tanto añoramos, con lo que tanto nos llenamos la boca, por lo que se ha peleado en guerras y por lo que los adolescentes se enfrentan y seguirán enfrentándose eternamente con sus papás. Eso que tiene una estatua, tiene canciones, poemas y que sigue y seguirá inspirando a grandes artistas, pequeños artistas, artistas a medias o artesanos de las artes o mediocres de la creación popular, masiva o exclusiva. Desde la élite al público sin códigos doctos. Desde la adolescencia hasta la silla de ruedas del postrado.

Liberté, conmovedora obra absolutamente atemporal de Paul Eluard, poeta de la Resistencia francesa, llena de sentido esa palabra, de nostalgia, de añoranza por un pasado que parecía libre, por una infancia hermosa. Los niños son libres. Pero tenerla o ser consciente de ella, es algo realmente relacionado con los niños? Parece que es un tema adulto, de nuestra autorrepresión. Implica actuar con responsabilidad, hacerse cargo...finalmente, ser libre es moverse dentro del estrecho margen, de las barreras que nos dejan el día a día, nuestras creencias, nuestros temores, nuestros amores, nuestros compromisos. Los niños no tienen compromisos.

Quisiera entender por qué buscamos vivir la libertad. ¿Es realmente "hacer lo que yo quiero"? Por qué sentimos que nos falta y qué nos hace rozarla, vivirla o ser libres. Libertad de expresión, de opinión, de ser, de amar, de moverse, de decidir...¿incluso de morir?

Próximo capítulo.
E.-

22 de julio de 2010

he volvido, iluminada...

Sí, he volvido. Gorví. Media iluminada, parece.

Un año después de mi última manifestación bloggística, la cantidad de vivencias que -hoy pienso- poco deben importarle a quienes alguna vez leyeron mis palabras, dudas y aprendizajes, son enormes.
Pesan tanto como todas las veces que fui sola al supermercado y me volví apenas caminando con las bolsas. Duelen tanto como esas noches enferma en que nadie me vino a tomar la temperatura, dar un tapsin caliente o entregarme un guatero para el dolor de ovarios. Las mañanas con caña, las noches con pena y esas tardes de domingo en que todas las amigas pololeaban y no quedaba más que salir a caminar sola, leer y leer, cocinar y limpiar el WC.
Pero también llenan.
Como esa comida que puse en mi refri al llegar del supermercado, como cuando por fin por la mañana me sentía mejor y mi mamá venía a visitarme, tanto como el libro leído sobre el pasto de la plaza de los perros y alguno de ellos se desviaba de su camino por ir a olisquear mi cara y lamer mis manos. Como esa satisfacción de sentir cada día la Calma. Conocer la Certeza. Y poder, por fin, Respirar. Disfrutar el mismo viento y el mismo ruido de la misma lluvia que vienes escuchando desde que naciste, vaya que es distinto cuando vives sola.

Cuando tus dudas que son palabras y luego aprendizajes son distintas.

En 12 meses pasan demasiadas cosas, aunque el tiempo pase volando. En un año lloras litros de lágrimas bien saladitas, subes varios kilos, aprendes a bailar, aprendes a callar y a contestar, aprendes que pedir perdón puede ser una gran elección, aprendes que querer a alguien es ser feliz cuando está feliz aunque no esté contigo, que un terremoto es más que un terremoto y un llamado a la acción, que enfrentar la muerte de un familiar es un dolor inigualable e irrepetible, que las elecciones no son una condena porque siempre puedes decidir dejar de vivirlas y dar un paso al lado, que lavar la loza y hacer la cama es y siempre será un desagrado, que perdonar -aunque sea tácita e internamente- es liberador (aunque sea un proceso demoroso), que cada día puedes sorprenderte con algo sencillo e increíble, mágico y fascinante porque es ignorable y tú lo viste.
En un año la vida cambia aunque tú seas la misma persona. A la vez, todo es igual aunque tú pienses distinto.

Pese a las contradicciones, todo calza y tiene sentido. Los recovecos, dobleces y vueltas de cada uno de los días en que nos despertamos vivos son tan terroríficos como también un motor para la acción y para levantarse aunque se esté solo. Aunque la noche haya sido fría.
Porque cada día te presentará la posibilidad de cambiar tu vida. De maravillarte y de lagrimear un poquito porque todo es más suave, intuitivo, sutil y hermoso de lo que creemos y vemos.

16 de julio de 2009

Jugo cumpleañero

En un mes cumplo 24. Es el primero en el dpto nuevo. El primero de profesional. Es mi primer cumpleaños soltera...en 4 años. Si sigo podría encontrar miles de "primeros"... aunque me doy cuenta de que año a año son menos.

Me encanta estar de cumpleaños. Ir acumulando todo lo que ese sencillo cambio de número implica. Más que el día mismo del cumple -que me pone muy nerviosa-, es el hecho de ir viviendo año tras año, mirar hacia atrás y darse cuenta de todo lo que pasó, todas las experiencias, las pérdidas, lo aprendido, los cagazos. Las amigas casadas, los que siguen en la U, los que han vivido más, la pega, los viajes, las experiencias extremas y las que aún no llegan... Encontrarme por una vez con todos al mismo tiempo, es lindo. Con esos amigos que sólo aparecen para el cumple, los nuevos amigos, los viejos amigos y los amigos viejos (jijiji), los de siempre y los que van a estar siempre, las amiguis y Los Niños, los amigos de mis amigos que se hicieron mis amigos y los que están lejos, en países tan distintos, pero siempre con el corazón conmigo y el mío con ellos. Todos son mis hermanos. Y los amo.

9 de julio de 2009

Contradicción

Tal vez escribir los dos textos del 4 de julio implique una gran contradicción. En uno menciono que no necesito nada más para ser feliz, y en el siguiente parece evidente que me falta enamorarme y ser querida. Y, así, lo de “feliz” se va un poco al tacho. Pero lo cierto es que nada de lo escrito es excluyente. Entonces la contradicción no es tan… fuerte.

Pero hoy, me doy cuenta de que, más que nunca, no tengo idea qué es ser mujer. Qué es ser eso femenino que a los hombres les gusta tanto y yo temo-admiro-odio. Es una necesidad de diferenciarse de ellos para gustarles? ¿Y si les puedo gustar sin ser así y sólo siendo la Elisa* de siempre? Esa especie de mujer suave pero gruñona, adolorida -maldito reumatismo- pero valiente sin saberlo, y a ratos fuerte y dura. Divertida y juguetona, seria y tímida. Insegura y profundamente leal a sus grandes amores que son sus amigos. En búsqueda constante del equilibrio entre humanidad y naturaleza, admiradora de los animales y todo lo que nos hace animales…esa belleza de realmente ser animales y amar a los otros animales. Como una emoción inexplicable. ¿Podrá eso algún día llegar a ser más atractivo que salir un viernes por la noche con jeans, tacos, maquillada y con un perfume rico y una carterita fashion? ¿Seré algún día interesante por mi propia forma de ser mujer o tendré que disfrazarme, caracterizarme de ese prototipo de mujer para ser validada como tal? ¿Para ser femenina y evidenciar que tengo mucha progesterona en mí? No lo sé. Ojalá ese día llegue y me demuestre que mi manera de haberme transformado en algo más que una mujer post adolescente es bella y respetable. Y querible. Lo que realmente sé es que hay espacios que nunca cederé. Para seguir con el ejemplo anterior: de acuerdo, puede que para ir a la oficina haya que subirse a los tacos y tener las patas hechas bolsa en pro de verse “bien” y formal, según el canon. Pero fuera de ella, quiero siempre vestirme con mis zapatillas, salir de fiesta con pantalones negros, no muy apretados, zapatillas, parka estilo saco de dormir para capear el frío y un sencillo delineado negro en la parte baja del ojo, algo de rímel y una gota de perfume en la nuca -sino me mareo-. Alguna polera con un diseño o estampado entretenido, con alguna historia que contar detrás. Y reír con la boca abierta, a gritos, con ese Ja Ja Jáaaa, del que varios se han reído a su vez.

Ay, ya me fui por las ramas. El tema de la contradicción se me vino a la mente porque por fin me atreví a comenzar la lectura de El Segundo Sexo, de Simone de Beauvoir. Tremendo libro que incluye sus dos tomos en uno, en una edición de conmemoración de los 50 años de no-sé-qué. Lo tengo desde diciembre de 2006, lo compré en Argentina durante el viaje a Buenos Aires que hice con mi ex-ex y, al igual que La insoportable levedad del ser de Kundera (ya transformado en cliché de lectura profunda ashí de mi generación) no me atrevía a empezar a leerlo porque pensaba que no lo iba a entender. Pero es tan interesante y entretenido que estoy segura de que pronto lo terminaré. Aunque eso es ambicioso considerando que llevo sólo 50 páginas de 730.

Lo que quiero decir es que el rollo de la feminidad en realidad está impuesto por los hombres. Y, claro, por las mismas mujeres que sólo a través de ella se diferencian y transforman en mujeres, por comparación. O, más bien, por la aceptación al razonamiento de la negación que ellos impusieron para definir a las mujeres: una mujer no es un hombre. Entonces, todo lo que sea algo que no hace un hombre, es femenino. Este razonamiento bastante primitivo olvida verlo del modo contrario: definir a un hombre a partir de una mujer y sus características. Pero no, claro que no, si el hombre estuvo en el mundo antes que la mujer, basta recordar la historia de la costilla y una vez más volver a ver que desde siempre se ha aceptado que la mujer viene del hombre y siempre será definida porque es distinta al hombre y más aún, porque toma ideas que no le son propias sino que son del grupo de hombres que siempre ha dominado el rubro al que ella se esté refiriendo. Uf. Incluso la definición de la feminidad es un invento masculino que las mujeres hemos aceptado siempre. La huevada penca. Recuerdo que en segundo año de periodismo, uno de esos profes de la u que son mal vistos por los alumnos hijitos de papá de U privada por ser más jipi y no tener pinta de “profesor serio” (absurda consideración de alumno cuico y facho tirao a lana -pero lana de zara, obvio-), dijo que en sus principios, los hombres preferían que las mujeres ocuparan tacos porque así no podían correr. Y no me refiero a correr para escaparse (que tal vez también fue así), sino que negarle a alguien la posibilidad de correr es horrible… como negarle a alguien cantar, aunque no siempre se quiera cantar, aunque no siempre corramos, no poder hacerlo a priori es atroz. Pertenecer a este “segundo sexo” que siempre tiene que pelear por que su opinión valga y no sea ‘efecto de las hormonas y los días R’ como a muchos hombres -sino a todos- les encanta decir y refregarnos en la cara, sin recordar que ellos son una bolsa (o dos) llena y rebosante de testosterona que los lleva a ser brutos, torpes, territoriales, posesivos y egocéntricos reyes del mundo. Pero claro, eso está lejos de ser algo criticable y negativo. Porque seguramente la testosterona piensa y la fuerza física vale más que la opinión de una mina. Ser más débil físicamente u opinar diferente o, sencillamente, ser mina ya implica pensar con el útero y las pechugas hinchadas por las hormonas y entonces, no vale. Sí, es obvio: no estoy diciendo nada nuevo. Pero me encanta recordar que, aunque el mundo se encarga de ser hostil cada día conmigo (desde la isapre, mi sueldo, mi viejo, hasta muchas veces comentarios de tarados desubicados) ser mujer es lindo. Y ser hombre debe serlo también, pero estoy casi segura de que ninguno de ellos se detiene a pensar en eso. Que, finalmente, no queremos hembras ni machos alfa, ni minas ricas ni tipos exquisitos. Bueno, tal vez decir “no queremos” es muy amplio. Preciso, entonces: No quiero minas que sufren por ser minas, minas que se encasillan en el rol de mina y hombres deliciosos que son ego y nada más. Quiero normalidad, quizás es porque yo soy eso, porque exudo una grosera y obvia normalidad. Y sus contradicciones.


*Tal vez ya sea hora de revelar que no me llamo Elisa.

8 de julio de 2009

Esta semana viví dos primeras veces: una dentista pariente de Bjork tapó mi primera carie. Por primera vez renuncié al trabajo. A mi primer trabajo.

Es raro. Pero es bacán.

E.

PS: mi tapadura es color diente :D