30 de junio de 2005

EGO SUM

Ego sum pendeja
Ego sum niña mimada
llorona y caprichosa
adolorida /quejosa

Ego sum...EGO
Ego sum enamorada
ya no más crédula
groseramente realista

Ego sum pollo
Ego sum persecución
raptos/fantasía
flashes oníricos

Asumir
vivir
reclamos a fin de mes
abrazos
cuello
siempre

Siempre hay más
honestidad
risa
guata
escalofrío y temblor
del puro amor
todos los días
a cada rato
sin parar
demente
cárcel

Hoy es todo
mañana será
mucho más

Por ahora
NADA que decir
ERGO SUM

[No hay intenciones poéticas de por medio, el formato es fruto del fluir de la conciencia. O de lo poco que queda de ella a estas alturas]
Si postea, será lindo llerlo, querid@ lector(a).

21 de junio de 2005

Novela por entregas: Revolución en el gallinero I

Ni huevos de oro ni de los normalitos. Nada. Las gallinas, apenas vivas, no ponían hace tiempo. Todavía no ponen ni una sola esfera cálcica. Pero, ¿qué pasó? repentinamente me doy cuenta que cientos de plumas están volando. No puedo respirar bien. Las gallinas chillan, corren y tratan de volar. Parece que alguien se metió ahí dentro y las despertó. No quiero ver quién es. Es demasiado asumir. Prefiero cerrar los ojos un rato, un tiempo... mucho tiempo. ¿O es mejor que tome un palo y ataque?
No quiero saber quién cresta me está revolviendo el gallinero. Me voy a dormir, me pica la nariz. Deben ser las plumas que siguen flotando en el aire.

13 de junio de 2005

At the other side of the world ("concepto bilateral")

No sé pronunciar la palabra 'world'. Mi lengua, torpe, mezcla la fonética y se enreda con la erre y la ele. Me sale un patético mix franchute-sudaca. No hay caso... asi que es mejor escribirlo y que lo pronuncie el que lo lea. Bueno, en todo caso da lo mismo. La idea principal trata sobre todo lo que es el concepto de "you are at the other side of the world"
Resulta que hoy sentí eso. Cuando hablas con alguien que quieres, que anhelas esté en tu vida, que si-no-fuera-por-lo-malo podrías amar casi ciegamente.
Lo terrible es cuando estás a menos de un metro de esa persona y te parece que están a kilómetros. Que tratas de convencerte de que el mino de la clase de historia en verdad es 'rico e inteligente', que su ironía es súper atractiva y quizá -si tienes suerte- no sale sicópata ni tiene atados tan brígidos. Pero eso no sirve mucho. Porque al fin y al cabo, sabes dentro de ti que no puedes evadirte más. Que es más que obvio que lo tienes que pasar pésimo para lograr pasar la tristeza. Es como una regla de purificación interna. No sirve tratar de engañar a la cabeza con otro tipo por más ideal que resulte. Porque tú sólo piensas en esa persona que tienes enfrente, que se ríe con tus bromas tontas y que te pregunta cada cinco segundos cómo has estado, cómo te has sentido y si estás bien. Ese idiota que puede ser la imperfección en persona... pero que los recuerdos te transportan a un pasado idílico, bonito...único, aunque haya durado -entero- sólo algunas semanas. Y esos recuerdos, que no consiguen darte motivos para querer, siguen ahí y te dejan presa, sin moverte, sin reaccionar. Sólo queriendo ser anestesiados con otra imagen que lo reemplace. Pero en el fondo sabes que eso no va a pasar tan luego. Aunque sea lo que más quieres que pase ahora mismo, ya!
Quieres patearle la cabeza y aunque nunca lo harías porque en vez de eso sólo quieres que te abrace. Y que, una vez más, te mienta y te diga que nada pasó, que el cariño y amor están intactos.
Alegremente te despides pero sabes que quedas hecha bolsa. Respiras profundo, cuentas hasta diez, once doce... uf, por suerte apareció el profe y tu cerebro se desconecta un rato del circuito corazón-guata.
Te sientas y piensas en ser razonable, concreta, clara y fría. Pero ocurre que la racionalidad no logra aclararte ni responderte ningún por qué. Por qué lo quieres, por qué lo extrañas... no hay respuestas. Sólo es. Es una sensación que sólo está ahí. Sin permiso y no se va.
Pero ok, SUPERA LA ETAPA!! Por la mierda, hasta cuándo con esa nostalgia, con esas no-ganas de volver a empezar cualquier cosa...
Puta que duele estar al otro lado del mundo. Porque claro, esa persona está así de lejos... sin embargo, no te das cuenta de que para esa persona tú también estás lejos. A una distancia que quizá nunca más se reduzca.
Los días pasan.
No en vano.
Aquí nadie espera a nadie.
Yo menos.
No quiero esperar.
Pero no voy a dejar de extrañar.
No hoy, tampoco mañana.
Y sólo nos miramos, tú desde una orilla y yo del otro lado del mundo.
Y al mismo tiempo sigo ahí parada, sin abandonar esa orilla que me permite seguir mirándote, aunque sea de lejos.

10 de junio de 2005

:: Siempre.en.mi.mente ::

Esto de tener voluntad no se me da muy fácil. Y angustia la leserita. Me angustia más que cuando le rompí el collar de perlas a mi mamá, más que cuando no quería ir al colegio porque me molestaban. Esto es una lucha entre impulso y control.
Las ganas de tomar el auricular y marcar ese número se van al demonio cuando atino que no tengo nada que decir porque me pongo nerviosa y se me olvida todo. Nada más que un deslavado y repetido 'me haces tanta falta'. 'Quisiera que todo fuera diferente'. Miro el teléfono y la tentación es enorme. Pero la voluntad también es feroz y da la pelea. Me autoconvenzo que de poco sirve llamar: la posibilidad de que no estés en tu casa es del 95%. Y eso es más deprimente. No dejo recados ni pido que avisen que llamé.
Entonces me quedo sentada sobre la cama de mi madre, mirando el teléfono blanco como rogándole que suene. Engaño al anhelo de escuchar esa voz, llamando a alguna amiga. Hablamos media hora, nos reímos como si nada en el mundo nos diera pena y como si sólo existiéramos ella y yo. Pero el regreso a la pieza silenciosa y fría duele más que cuando me despierto en las mañanas. Porque aunque tenga las orejas enrojecidas y la cara acalambrada de tanto sonreír para escaparme, la verdad es que no hay escondite posible. No puedo esconderme de mí. Así de simple. Y no quiero caer en la tentación de llamar y sentirme terriblemente patética.
Las ganas de apretar ese cuerpo flacucho, de mordisquear ese cuello, de rozar esa nariz y mirar -como cíclopes-ese par de ojos, son la tortura perfecta.
De todas formas las cosas son infinitamente más simples. Para qué seguir haciéndome la tonta. Cuando no hay ganas del otro, no hay nada. Y eso es lo que pasa. No por mi lado, claro. Podemos teorizar y soñar que todo es cambiable, arreglable...y puras pajas como ésas. Pero resulta que las no-ganas de buscar al otro, de llamar, o de simplemente aparecerse a saludar (o a devolver un disco que es la excusa más ñoña pero hermosa como todas las excusas """"románticas"""" ---> ¡¿qué mierda es eso?!), me hacen abrir los ojos y decirme..."Elisita no seas imbécil, no pierdas tu tiempo...no puedes seguir rogándo a alguien que se interese por tí o que te busque si "no le nace"."
Cuánto quisiera que me corrigieras. Cuánto quisiera estar muy equivocada.
Me voy a dormir. Es lejos la manera más efectiva de luchar contra los impulsos telefónicos y conservar un mínimo de voluntad. Aunque entre sueños sigas siempre en mi mente.
Y no sólo ahí. = S

9 de junio de 2005

No me toquen al señor-señora.

Tarareando al inolvidable Boy George con su homosexual -pero aplicable al mundo hétero también- "Do you really want to hurt me?" trato de guiar mis dedos hacia alguna tecla que arme alguna palabra que forme frases con 'sentido' y me permita escribir algo semidecente hoy. La canción es buenísima. Es basura ochentera y por eso la amo. Reúne el sentimiento de los ochenta, tan malo y al mismo tiempo tan irresistible: es balada (odio esa palabra), bailable, mierda sentimentalera, lentejuelezca y maquillada. Y duda de su identidad sexual. Me fascina. Pero el pendejo espinilloso contemporáneo jura que es top porque ahora es kitsch. Jojo. Y no sabe que no es increíble por eso. Ok, no hay ley para apreciar, 'consumir' y utilizar el 'arte' y la música no está exenta de esta antirregla. Pero me ofende la falta de cariño por los íconos como el señor-señora. Hey, el mundo es grande pero Boy George hay uno sólo(gracias a Dios, dice mi abuelita). El problema es que el lolaje no se identifica con ella, sólo baila esta canción en la Blondie cuando la ponen después de Pimpinela que los pendejos con suerte conocen porque sale en el comercial de Gasco en la tele. Pero, ¿qué importa?... Nada. Gracias, aplausos.
Luego de creerme la Zola y 'acusar' (cf. 11L "l'auteur est plus soft" con casi Elicidio por parte de Koko) las injusticias cometidas contra la joyita musical del día, me siento satisfecha para ir a dormir. Prometo sangre y lágrimas en el próximo capítulo. No, mentira. Las cosas interiores van bien. No como lo planeé (eso nunca me ha funcionado)------> las soluciones llegan pero muy caprichosas, las desgraciadas. Siempre resultan ser distintas a lo presupuestado. No siempre es malo, por suerte. = )
Lo divertido es que hace muy poco tiempo esa canción (el tema, que le llaman) podría haber sido mi bandera de derrota. De intento de lucha y de poner una vez más cara de cordero degollado cantando "Do you really want to make me cry?" Ya no.
La canción del día es: Best of you de Foo Fighters. Con la guata y con la poca ira que va quedando. Eso es no es malo. (cf. "Va je ne te hais point")
Buenas noches a tod@s.

5 de junio de 2005

Orejas mojadas. Cultivando musgo amnésico.

Recostada, sin ánimo de levantarme, me rasco insistentemente las pantorrillas. Ya no tengo las uñas de prostituta, pero como me las corté hace casi dos semanas, ya crecieron. Las entierro en la piel que no deja de picar, siento bajo la yema de mis dedos como se hinchan los poros recién depilados el día anterior. Depilados a la mala, obviamente. Me estiro con flojera, bostezo varias veces y me pongo a leer el diario. Cuando termino de ojearlo, lo tiro al suelo. Mañana ya va a servir para envolver pescado.
Me pican los ojos, están todavía pegoteados por el sueño interrumpido.Me dedico a observar mi pieza y una avalancha de flashbacks me deja postrada todo el día. Cuántas tardes sentados en la cama, tendidos, abrazados. Hablando a menos de medio centímetro de distancia. Con la tibieza de las narices tocándose. La mezcla de dos pares de ojos increíblemente parecidos. Frente a frente. Cuántas veces, me pregunto. Cuántos son ahora los días de pena anhelando aquello que no volverá. Cuánto falta para que el presente se transforme en recuerdo. Cuánta anestesia hay que inyectarle al corazón para lograr sobrellevar la soledad.
Esos abrazos que con el tiempo se fueron enfriando, esas sonrisas cada vez más mecánicas. A pesar del amor que aún vive escondido en algún lugar de los dos, prefiero ahora confiar en el tiempo. Que el tiempo sane, que el tiempo juzgue, que el tiempo decida si algún día nos recuperaremos. Yo ahora hago lo que SIENTO. Y hoy siento que no puedo hacer mucho, no soy feliz y no lo seré, si no me permito estar conmigo. Si no me permito re-conocer a quién vive dentro de este cuerpo menudo y blando. ¿Quién se camufla detrás de esa mirada, quién no permite que descubran sus colores tras ese manto negro y sin matices? Yo vivo ahí, yo vivo conmigo y, sin embargo, no lo sé. Y es más que una necesidad, es una urgencia.
Luego de ese flashback que me hizo creer que alguna fuerza extraña, malévola y cruel, me había poseído, todo cambió. Estas cuatro paredes son un cofre de recuerdos imborrables, de momentos, peleas, risas, afectos, impulsos, ritmo, calor y los últimos días...mucho frío. No hay sahumerio posible para quitar esas energías.
Ya guardé la tarjeta del 14 de febrero pero de nada sirve que la esconda porque podría recitar de memoria lo escrito. Los libros prestados ya no descansan en mi velador, sino que fueron exiliados al librero más lejano. El tradicional peluche que todos regalan alguna vez, ese que miraba todas las noches agradeciendo la felicidad que entonces inundaba mis días y -lo reconozco- le daba un besito de 'buenas noches' en la nariz, está con todos los otros osos, vacas y perros arribe del sillón-cama. No hay tratos especiales para él y verlo sólo provoca en mí esas ganas terribles de retroceder el tiempo, ese pataleo incontrolable. Esa sensación de engaño, de cuando creí que nada podía ser más perfecto y resultó ser una real mierda. Una mera decoración que camuflaba el verdadero escenario y a los personajes principales.
Las lágrimas fluyeron con vida propia por mis mejillas, no hizo falta pestañear ni sollozar. Circularon, libres, por mi cara y algunas fueron a parar a mis orejas. Sin respeto se metieron por las cavidades y, ya frías, rodaron hacia el interior de mi oído. Me estremecí y me rasqué. Traté de secar mis orejas, pero ya era muy tarde. El agua ya-no-tan-salada se había colado por lo recovecos más desconocidos y curvilíneos de mi par de cartílagos sobresalientes enchapados en carne. Han pasado horas desde entonces. Y todavía no puedo secar esas concavidades húmedas.
¿Qué cresta hay que hacer para olvidar? Me corté el pelo, las uñas, tengo las orejas con agua -no escucho-, y la mirada borrosa -no veo-. Pero la memoria sigue casi intacta. Quizá deba refugiarme en ese 'casi' y creer que cada día puede extenderse un poquito más. Por ahora, duermo y dejo que el agua en los oídos se estanque, se pudra y salga musgo. ¿Servirá de algo?