2 de noviembre de 2005

Te quería ver muerto, por favor...

Las semanas sin verte me hicieron presagiar lo peor. Para ti y tu familia, digamos. O quizá lo peor sólo para tu mami que tanto te quiere. Un día, luego de encontrarme con todo el mundo, imaginé que no aparecías -no es que necesitara verte- porque simplemente, repito SIMPLEMENTE, te habías muerto. Se te había ocurrido morir en mi cabeza y por ende no estabas en el mundo terrenal y concreto. ¿O tal vez te habías muerto de verdad? Y no te vería más que en esos sueños extraños, donde el tiempo se detuvo hace meses y somos tan felices como nunca supimos ser. Como nunca me dejaste ser. Reconozco que la terrible idea de creerte muerto, por algún atropello, suicidio o enfermedad me acomodaba bastante. Así dejaría de pensar dónde podrías estar. Y mi mente encontraba una respuesta semicuerda a tu ausencia que tiempo atrás me atormentó tanto y secó cualquier posibilidad de volver a creer.
Hasta me reí de mis ocurrencias sobre tu muerte... para mí ya estabas muerto. Y lo estás. Pero hoy te vi, sin quererlo y mirar de frente que estás más vivo que nunca, me cacheteó.
Ya pasaron los momentos de buscar una foto tuya, de saber dónde estás, de pensar qué harás esta noche. Ahora tu imagen me persiguió y me encontró. Mi único gran pecado es ahora estar escribiendo esto.
Pero las catarsis son así, por ende, la respetaré. Bueno, retomando. No te quería ver y no te buscaba. De pronto una foto llegó a mi computador. Una foto con cara de felicidad, en medio de un grupo que sé no te da felicidad y dónde dudo que calces o te sientas tan bien como tu cara pretende expresar. Bueno, quizá sí: nadie te cuestionará nada ni te dirán las cosas a la cara. Nadie como yo, por ejemplo. Pero me aburrí. Hace tiempo me hastió tener que decirte las cosas. Hoy ya no digo nada. Y vomito por la web. Mil veces estúpida.
Me chocó verte. Me impactó porque estás vivo y quería verte muerto. No te voy a matar, ni haré nada que te lleve a eso. Paradojalmente te deseo lo mejor, aunque en mi interior siento que no lo mereces mucho. Pero como el que busca encuentra y en la vida se trata sólo de perseverar...si te empeñas lo vas a lograr y será muy bueno para ti. Espero que te resulte. Pero no me pidas que te impulse, motive y luego aplauda.
Llevas puestas la polera que te regalé, que te gusta tanto, que me gusta tanto. El día que te la entregué fue uno de los tres días felices que recuerdo que tuvimos. Con horario, claro. Porque los fantasmas de tu pasado de mierda volvían todos los días después de las nueve de la noche. No entiendo por qué te cortaste el pelo. Ese afán que tienes de parecer niñito de campo de concentración me altera... me ayuda a no encontrar nada lindo en ti. Ni siquiera la cara, que antes me fascinaba con su sonrisa mágica y ojos espejosos. Ocurre que hoy no extraño nada de ti. Pero sí extraño y me duele que me hayas robado la capacidad de soñar y creer en alguien a ojos cerrados. Esa ilusión de creer sabiendo que se trata de una mentira. Que todo va a estar perfecto aunque mis reductos se desplomen. Y eso sí duele: no tener fe, ni ganas de creer. Un anhelo estéril de soñar. Me duele la garganta AHORA. Aprieta porque hay una pelota atascada, como si me hubiera tragado una bola de lana roja y picosa.
Pero no lloro. Porque ya no hay agua salada. tampoco hay sueños inconclusos. Hay una patada en la raja frustrada y un choque con la realidad. Porque definitivamente: no estaba muerto, andaba de parranda.
Porque los muertos no van a los recitales, no salen en las fotos y no se cortan el pelo. Menos se visten con poleras tan estilosas. Y por eso me duele, porque la imagen es todo, dicen. Y una imagen, tu imagen revive tu estar en el mundo. E invade mi mundo calmo de nuevo. Y no quiero, porque no lo busqué. Saber que sí estás, que sí eres me desequilibra aún. Mis fuerzas tienen que ser redobladas. Aunque no hagas nada, que existas ya es mucho. No tienes que estar. Y lo sabes. Muy bien.
A veces quiero que te mueras. Te imagino desaparecido. Es mejor la ausencia indefinida que esperarte como lo hice porque tarde o temprano regresarías. No imagino tus tripas reventadas ni nada parecido. Sólo no estás y saber que nunca volverás me calma. Pero no tenía presupuestado ver una foto tuya, reciente y feliz. Si yo misma sé que no eres feliz...! Y no me da pena.
La sorpresa de encontrarnos me mantiene alerta. Para salir corriendo, para no enfrentar ni ahondar en tu mirada llena de pasado. Llena de esa verdad asquerosa que llevas dentro. Es un perfecto espejo de todo lo que no quiero para mí. Es autodestrucción pura. Fuiste no-elección, caos, amor-desamor, pena, juicios, rabias y egoismos. Lo peor de los dos. Me regalaste mi propia miseria...me presentaste a la Pena constante, hiciste que me consumiera hasta los huesos con la angustia. Y siempre te entendí. Créeme que aún lo hago. Aún comprendo lo terrible de tu situación. Pero nunca te justifiqué y nunca en la vida lo voy a hacer.
Hoy te veo rodeado (rodeado??, no... algo lejos en realidad) de gente tan extra. de anhelos de fanatismo...es tan extraño porque tu no quieres eso para ti y seguramente lo encuentras tan patético como yo. Pero juegas el juego y actúas conforme y feliz. Y está bien. A medida que escribo se me quita el impulso asesino... o de quererte muerto. Porque, el shock va decreciendo. Pero sigo sin querer verte. Rechazo tu diplomacia y prefiero el conflicto. Es la terapia ideal, pienso. Pero no lo tendré porque para pelear tendría que estar frente a ti y eso ni aunque me paguen.
Ahora te lo pido.
Ándate de nuevo y no vuelvas nunca nunca nunca más.
y si eres tú quien me "extraña", pues sigue haciéndolo. Yo no puedo extrañarte. Sólo extraño lo que te llevaste de mí. Kilos de alegría, años de sonrisas desinteresadas y gratis, esfumados en algunos meses. Litros de agua salada de mis ojos pequeños. Tiempo de ser feliz. Te lo llevaste y ni siquiera supiste aprovecharlo. Se fue a la basura.
Gracias por un 2005 in-creí-ble

No hay comentarios.: