28 de agosto de 2006

Humo

Hace una semana que no paro de toser. Tampoco he dejado de fumar.
No quiero dejar de aspirar el humo amargo, mantenerlo dentro de mis pulmones hasta sentir una débil presión y soltarlo con el máximo relajo...

Me dices que no lo haga, pero después nos fumamos un cigarro juntos. Y deja de ser amargo el humo. Se vuelve dulce y compartido. Mejor que un cigarro con un café (una de café y tres de azúcar), mucho mejor.

Se vuelve íntimo.
Se vuelve lindo.

Aunque nos mate.


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