14 de agosto de 2005

TÁPATE CON DIARIO: del a-mor al post-mortem


Hay veces en que sólo nos queda taparnos con las hojas grises del periódico que esté más a mano.

Abrir los ojos en la mañana no siempre es lo mejor. Se nos vienen encima los recuerdos como los galos tanto temían que se les cayera el cielo sobre sus cabezas. Pero ya deja de ser ficción u historia antigua y se transforma en algo cotidiano. Cuando el refugio de los sueños y el mundo onírico no son suficientes para evadir lo que nos pasa... ¿qué hacer? Simplemente no podemos escapar de nosotros mismos.

No es recomendable seguir con este tono de libro de autoayuda. Y, en rigor, sería imposible porque no tendría nada que decir para ayudar a alguien, por la sencilla razón de que ahora mismo un diario sería lo más indicado para cubrir mi rostro. Uno tipo tabloide o más bien sábana...
Ay, no sé... ocurre que esa necesidad de que nadie me vea, de estar en el patio de la universidad y tener ganas de meterme al wáter, me desespera un poco y me mata también. Sobre todo cuando pienso en el amor. En un delirio adolescente me pongo a analizar la etimología de la palabra y me río porque me parece contradictoria: A-MOR. A: sin - mor: muerte. ¿Acaso estar enamorado es alejarse del camino ineludible hacia la muerte? ¿Será por eso que, ahora con el corazón averiado y a medio funcionar, me siento morir? Creo que es porque al perder al ser amado recordamos los solitarios y finitos que somos. Seres que empiezan y surgen a la vida y son amados incondicionalmente por su madre, por ejemplo. Estamos vivos y la muerte es algo lejano. Hoy no lo es. Y no porque siendo bebés estemos más lejos de morir, si no que no tenemos conciencia de aquello. Cuando ya no amas o ya no te aman, sí lo sientes. Respiras tu muerte próxima a venir. Cada vez más cercana. No quiero ver la cara de esa muerte que me invade. No quiero aceptar la derrota y por eso me tapo con diario. Ya no hay a-mor. Luego se tratará de un asunto post-mortem. Una autopsia no es necesaria, ya saben de qué habré muerto.
Por ahora, escondo mi cara hinchada y húmeda debajo de cuánta noticia, crónica o columna pueda camuflar esta expresión de amargura que ya se hizo habitual.

1 comentario:

Pablofe dijo...

Por ahi en el Juan Gomez Milla, en los pastos, en algun tiempo libre, vea a alguien asi, leyendo el diario, cubriendose, quizas solo sea yo, no podemos arrancar de nosotros mismos... entonces, una palabra de apoyo de un desconocido, no te resolvera la pena o el amor, pero quizas te distraiga un poco...