9 de octubre de 2007

Volverse loco

Es tan fácil volverse loco. Perder la cabeza. Un día, así, sin más... abandonar la casa, dejarlo todo, la carrera, el trabajo, los afectos, el futuro, el pasado.
Olvidar. Negar. Borrar una historia. La propia. Apretar DELETE para siempre y vivir en la calle. Oler a cuerpo, a calles sucias, a pipí, a cigarro barato y a dientes cariados. Divagar, perderse y hablar incoherencias a la gente en las calles.
Cada día que sigo mi rutina, el orden aparentemente normal de lo que hay que hacer, estar ya a los 22 años metida en la máquina alienante de vivir como hay que vivir. Dan ganas de rebelarse y no hacer nada. De abandonarse. De no cumplir. Eso de que se pela el cable, es perfectamente posible de ocurrirnos. Qué hace que sólo le pase a algunos. Sin embargo, no podemos estar seguros de que nunca pasará.
En las calles, siempre observo a la gente que se abandonó. Que abandonó un -tal vez- promisorio futuro, que dejó la casa y se fue a vivir a la calle. Que se chaló o que se volvió loca. Personas que tarde o temprano terminan siendo un NN más en en Servicio Médico Legal.
Me provoca muchas cosas el imaginar cómo será la transición del individuo con una vida relativamente normal, un cúmulo de compromisos y deberes, afectos y amores a ser un número más en alguna fosa común porque nadie lo reclamó a tiempo. O, peor aún, sobre una mesa de procedimiento en alguna escuela de medicina, pecho abierto en triángulo, o cuerpo diseccionado para que los futuros doctorcitos aprendan in situ con una humanidad que apenas se entibia.
Como el Gero. Un joven de clase alta que hace unos años se fue de casa luego de que literalmente se le pelaran los cables. Las vainas de mielina (que funcionan como el plástico de los cables) de las neuronas, se le pelaron. Es decir, se "desmielinizaron". Las fibras nerviosas quedaron desprotegidas. Y caos. Leí el reportaje en la revista Paula y meses más tarde a través del mismo medio supe cuando por fin apareció.


Pero se trataba sólo de un cadáver que genéticamente correspondía al hijo que sus padres habían tenido alguna vez. Estaba sucio, chascón y sin dientes, maltrecho y solo. Había sido hallado en la ribera del río Mapocho. Pero ese terrible hallazgo significó la paz para su familia. Por fin lo habían encontrado. Ya no seguirían preguntándose sobre su paradero. Y, menos áun, mirando a cada persona vagabunda con la que se cruzaran en la calle.

Yo no busco a nadie en especial cada vez que los miro. Busco entender, busco una razón que vaya más allá de la mielina. Quisiera saber qué es consciente y qué no. Qué es opción y qué es sólo algo que les pasó. Cómo se vive la vida. O si la vida los vive, así no más.

El señor, viejito ya, de la rotonda Pérez Zujovic. Un joven colorín casi casi adulto que se pasea siempre con su mochila por Providencia. O el señor que anda a poto pelado cerca de Guardia Vieja. Quisiera conocerlos, conversar, preguntar. Si quieren, ayudar. O entender. O reír. No sé.

No sé qué será de Elizabeth y Alfredo que no eran locos. Aunque el trago tal vez los haya llevado hacia allá.

3 comentarios:

Alejandra dijo...

Tienes razón, hay mucha gente que se abandona. Me acordé de esa canción "Déjate caer" de Los Tres.
Es un poco como muerte en vida.
Aunque sigo pensando que la locura, en grados no excesivos, nos hace bien y nos ayuda a lidiar con el mundo...
Saludos

Puppetmaster dijo...

Naaaa, esos locos la llevan. Nosotros somos los que estamos mal. Ellos saben el significado. Que el hombre no es una maquina de acaparar bienes ni realzar apariencias. Que uno no es más por pensar menos. Ellos simplemente viven. y esperan la muerte de manera pura y apacible. Saben bien que lo unico que nos une, tanto a ricos, pobres, negros, judios, mongolicos, maricones, presidentes, viejas que juegan a ser presidentes y todos los seres que se estresan en el planeta llamado de muchas formas, incluyendome es la muerte. Y ellos se dan el lujo de esperarla de cara con estilo y libertad.


salu2

Bárbara dijo...

Hay mucha gente en esa situación y también me he preguntado cuanto de eso es opción y cuanto, simplemente, una descompensación cerebral explicada por la química. Que injusto eso, que te falte un mineral en el cerebro y literalmente te cambie la vida tan así.
Te sigo leyendo
Saludos!