3 de febrero de 2005

Divagando sobre las "Coincidencias en la ciudad" II

A veces sabemos lo que va a pasar. Y es algo más allá de lo obvio como que si tomas mucho, la invocación es inevitable. No. Hay momentos en que raras certezas se adueñan de nuestros pensamientos y nos convencemos que algo muy poco probable está casi por ocurrir. Hasta que sucede. Y nos sorprendemos de nuestra "premonición". La verdad es que, como alguna vez lo escribí aquí mismo, esas coincidencias no son tan curiosas y menos aún, increíbles. Porque claro, la posibilidad siempre es remota. Mentira. Pareciera que vivimos tentando, evadiendo, jugando y burlándonos de las probabilidades. Al menos eso creemos. Pero pienso que somos regidos por ellas. O que más bien en eso consiste la vida. En encontrarse, desencontrarse, reencontrarse. Constantemente aparece gente en nuestras vidas, el movimiento no cesa. Inevitablemente nos alejaremos pero más ineludiblemente -creo yo-, nos reencontraremos para nuestro bien o pesar. Entonces ese ir y venir es lo más natural y hasta rutinario del mundo. Pero nunca dejamos de sorprendernos. Y ahí radica la genialidad del asunto: en nuestra reacción tan pueril y bella de sorprendernos cada vez como si fuera la primera.
Sin embargo, más aún nos sorprenden las coincidencias cuando sentimos que sabemos que van a pasar. Tenemos una extraña seguridad que "algo" está por ocurrir. Que tú, sí tú, te vas a encontrar con 'esa' persona.


Ayer hubo reunión de pauta. Y, luego de siete meses de inasistencias, fui. Tenía una sensación de que me encontraría con "alguien" pero no sabía quién sería.
Conocí a varias personas nuevas y fue muy agradable. Cuando entré al local donde fue la reunión, ví a un tipo cuya cara me pareció más que conocida. De hecho, lo conocía. Es un compañero de la U que a pesar de haberlo visto todo el año, nunca habíamos hablado y tampoco sabía su nombre. Ah, no puedo olvidar a otra persona: el niño-genio-verborreico-ególatra. Muy simpático, amoroso. Aunque niño, creo que es encantador y cansador, por lo demás. Uuuuf, a ratos era mucho.
Volviendo al 'compañerito', resultó ser un joven amable, simpático y que vive cerca de mi casa así que nos vinimos conversando todo el trayecto hasta que nuestros caminos se dividieron y hasta la semana próxima en una nueva reunión de pauta. Ok, todo bien. Pero vamos derrumbando mitos de mi humana puerilidad y abriendo los ojos ante lo que es burdamente obvio. Es rebuscado calificar este episodio como "premonitorio" del estilo "yo sabía que conocería a alguien", ya que es lógico que luego de meses sin ir a pauta, más de alguna cara nueva iba a aparecer.


Por otro lado, hoy salí con la Tere y llegando a la Copec comentamos lo freak y fuerte que sería que nos encontráramos ahí mismo con su ex, el Nicolás. Lo dejamos como una probabilidad lejana ya que siendo la una de la mañana, el tipo no aparecería ahí como generación espontánea, de la nada. Pero como las reglas, teorías o cosas ultra lógicas están hechas para ser transgredidas, él apareció. Y lo hizo tal cual: de la nada.
"Mentira, mentira, mentira...Tere el Nico está entrando a la Copec. No mires quédate piola..."
La expresión de la Tere pasó de una amplia sonrisa a la mueca de desconcierto más sincera que he visto. Se sonrojó y su respiración se aceleró. Se descompuso y no había tiempo para actuar.La verdad estaba ahí y no existían herramientas para camuflarla.
Luego de quince minutos en que rezaba poara que él se fuera y que la Tere no quería que se fuera...se fue po.
Uuuuf, qué coincidencia!!!!! Estoy mal, se me mueve el piso, estoy tiritando.
Hey...¿Coincidencia? No. Era demasiado evidente que él aparecería. Qué chico es el mundo, se decían. Perdón los tres vivimos en la misma comuna y a un radio menor a las diez cuadras. ¿Cuál es el real motivo o razón para soprenderse? Que, justamente, lo habíamos imaginado. Que lo dijimos en voz alta, y de la misma manera, lo negamos. Pero que sin embargo, cada una tenía la secreta certeza de que hoy ese encuentro se produciría.
Bueno, como siempre, una se trauma..la otra lo piensa mejor. Conversamos y las cosas pasan. Siempre pasan, amiga.
Y bueno, coincidencia o no, ahora me da igual.

No hay comentarios.: